La noche lanzaba estrellas fugaces para cumplir deseos, colorida, con acordes mayores a lo largo de su oscuridad. Las crayolas celebraban que su esencia no se viera opacada por las manos de Miguel, quien dibujaba con esmero un retrato de la familia unida por la fecha. Álvaro, por su parte, iba y venía con sus regalos, le gustaba tanto el polo que le habían regalado y, por ende, le separó un espacio único en su cajón. Camila no se quedó atrás este año, empezó a repartir varios abrazos envueltos en besos a los asistentes de la reunión, en especial a sus padres, con su cariño inocente e inconfundible. ¡Y la noche otorgaba más cánticos adornados con serpentinas!
Mientras admiraba el espectáculo nocturno, Frank sonrió para sí mismo. Aún el cariño de sus luces no se había perdido, es más, se acrecentaba con cada pensamiento que les dedicaba. Con la esperanza de un niño, decidió repartir mensajes abstractos a todos aquellos que por diferentes razones no podían estar con él en ese momento. Muchas veces, y lo reconocía, había perdido la brújula, pero no su norte; era tiempo de ofrecer sus más sinceros sentimientos a todos ellos, ese era su presente que pedía todos abrieran sin dificultad.
Y, cuando menos lo esperaba, su Luz le obsequió el amor más radiante del mundo.
Por volver a tu cuerpo Intenté acordarme Cada pedacito tuyo Que se fuga de mi cielo.
El calor es una constante en las salidas, con este verano no hay duda que el sol está presente en su aparente ausencia. En las conversaciones también se asoman las ganas de desvestir nuestras confidencias, esos secretos que nos hemos guardado por un largo tiempo sin razón sólida que la sustente.
[...] Cielo rosado con destellos naranjas, pensé aunque no solté palabra alguna. El firmamento parecía las acuarelas que a mi maestra le gusta pintar en su balcón, por la simpleza de su trazo.
En las fotos que tomamos, sin embargo, los colores se diferencian abismalmente. Eso es lo malo, quizás, de toda tecnología creada por el hombre; en vez de dibujarnos la realidad, la transforma. Sucede todo el tiempo y aceptamos la igualdad de una semejanza.
¡Qué bueno que en nuestros ojos (y en tu boca) está la realidad! Nunca dejan de sorprenderme los chispazos de la percepción.
When I was a boy everything was right Everything was right
El sol pegaba fuerte en mi frente, como todo verano. A pesar del calor, sin embargo, seguía decidido en llevar a cabo lo que me había propuesto. La necedad predigitada de esa mañana me impulsaba a dar más pasos. Claro que, como cualquier persona, cuestioné a lo largo del camino si debía o no cumplir mi meta. Al final me resigné a enfrentar mi humanidad.
Vaya sorpresa me llevé cuando vi un gancho azul sujetar tu cabello recién bañado.
"Misión cumplida" susurré en mi mente. Después del suspiro, no pude evitar dejarme caer sobre tu cuerpo.
Ven acá, que desde aquí se logran ver todas las tierras que ahora nuestras son.
Esos recuerdos que desgarran pero forman con tiras la razón
Camino en alguna ciudad desconocida, en medio de bares y calles con ciudadelas dentro suyo. Dábamos pasos acompasados por nuestros besos, algunos masoquistas y otros con sabores a maleza. Entre los guiños de nuestras miradas, que les asignamos el nombre de luces, aún siento la injusticia de saberte inalcanzable, y terca. Me debes muchas batallas ganadas, quizás nunca te enteraste cuando los milagros se daban, sólo veías esas luces acompañar el rastro de nuestros pasos, con esa luna roja guiándonos. Seguro esperabas que la sangre corriera hasta nuestros ojos, para volverse lágrimas y caer en nuestros cabellos rebeldes, nuestra alfombra de crasos errores.
A veces es bueno estirar el cuerpo caminar por la noche silenciosa mirar el cielo sin razón admirarse de las cosas pequeñas mientras todo da vueltas sin sentido.
De no ser así pronto nuestra cabeza sería más redonda de lo que es y nos ahogaríamos en eternas espirales.
Cansado, de verdad. ¿Una cama donde reposar las ideas? ¿Un cuarto donde guardar las preocupaciones? ¿Un pecho donde apoyar la cabeza y descansar?
Dormir, sin pausas que todo se vuelve caótico, que el techo se viene abajo cuando el colchón cruje, que los latidos ya no mueven ni pensamientos ni sueños.
Before you run away from me Before you're lost between the notes The beat goes round and round
Una vez que el extracto de hojas aplicado al cromatofolio esté seco, introduzca el cromatofolio en el tanque cromatográfico, cierre el tanque y espere el desarrollo cromatográfico.
He desarrollado una aversión hacia las fotos que retraten personas, fotos que no puedo evitar ver y olvidar en cuestión de segundos. Claro que todo tiene su historia y qué mejor si se trata de una evidente contradicción: Alguien que le gusta crear mundos paralelos y, a su vez, detesta la percepción de realidades ajenas a las suya, sobretodo si se trata de una máquina.
Hoy tomé la 037, conjunto de buses en los que solíamos conocernos más y reírnos de nuestras bromas, mientras que terceros se extrañaban de nuestras carcajadas. La diferencia se contrastó de inmediato: el recorrido fue inverso, empecé a comprender aún más por que lugares paseaba tu cabeza. Ese terreno movedizo rápidamente ahogo mis ojos en lágrimas, es peligroso y dañino para mi ponerme en perspectivas ajenas. Al instante que me dieron los boletos armé un barquito de papel, cómo te enseñé. No me demoró más de un minuto, así distraje mi percepción del camino. Al rato, otra vez, el aire me empezó a faltar, las manifestaciones psicosomáticas del recuerdo me cohibieron.
Cerré la mente entonces, con la última imagen de la luna en su cuarto menguante. Parecía pedirme que saltara a su costado y que la acompañara a modo de estrella en esa noche de párpado abierto, típico del cielo citadino. Quería llegar a mi meta, sea donde fuese. Las calles se dilataban con efectos ya conocidos, mis manos agonizantes expulsaban colores en todas direcciones, menos a los puntos cardinales.
Paren por favor, me bajo para tomar un suspiro y seguir caminando hacia dónde me lleve la vereda.
I wanted to control it But love, i couldn't hold it
Camino en la vereda de la avenida concurrida, con un sánguche grasoso escurriéndose en mis manos heladas y entumecidas. Tengo miedo, estoy cohibido por el incertidumbre de cada paso que doy (sea en el asfalto o no). Ando sin guardián, apenas con mis pies listos para correr ante cualquier imprevisto. Apenas para correr...
A sus marcas...
En alguna nube te escondes, Luna caprichosa. No volveré a mentirte cuando te cuente mi vida, y menos ocultaré mi sombra. Tu níveo baño solar es añorado por mis sueños, por mi piel que nunca te ha tocado, por la cama donde caigo rendido ante tu ausencia. El Sol sólo sabe quemarme y el Viento tiende a evaporar mis anhelos con sus suspiros desgarradores.
Te prometo que esta noche duermo en tu hamaca de media sonrisa.
Yo no comprendo esa manera de actuar que serpentea abismos de perdición y locura. Gritar ante tanto ruido, llorar cuando sea inevitable esa onda que perforará nuestros tímpanos. El umbral desaparecerá, el cerebro se derramará por sus ojos, por sus pupilas.
Imagina que un rato atrás Éramos dos desangelados...
Pierdo la fecha, nuevamente. Y quiera o no ahí estás arrebatada, dulce, terca y por momentos desgraciada, pero hermosa en todo sentido. Y yo que me creía fuerte, un muro infranqueable, caí sin preámbulos ante tu ausencia. Las estalagmitas que acompañaban el sendero amortiguaron mi descenso sin paracaídas: Se empañaron de mi sangre, una explosión sorda y roja adornó su brillo franco.
Volabas ingrávida por entre las nubes, comiéndolas gustosa.
Pasaron días, meses, años... Y mi cielo no recuperó su arbusto volátil... ¿Por dónde surcas cielos? Tu esquivo andar ha esfumado el poco suelo que el firmamento me brindó alguna vez ¿Qué es de ese mirar acidulado por mis lágrimas? Yo no poseo alas en vez de omóplatos, pero tengo piernas fuertes que saltarán como grillos cuando te vean para hacerte soltar un alarido y todas las nubes que tragaste...
¿Seguirás en el aire? Mis pies aún no descansan y me vuelvo más viejo con cada paso que doy.
Escuché esa frase taladrar mi conciencia cuando corría, o mejor dicho, huía de la certidumbre. Lo inevitable es por naturaleza corrosivo, venonoso, profundo. Nadie sabe lo que se esconda detrás de una cortina hasta que finalmente decide apartarla. Es entonces que todo cobra sentido, lo oculto se desnuda ante nosotros y demuestra, sin tapujos, su esencia sin reparo así sea juzgada de manera negativa o positiva.
Ya no hay, pues, más disparos al aire para anunciar la tan esperada (y ahora desvanecida) celebración, cuando abres tu percepción a todas las puertas ves el mundo tal cual es, un caótico y sinfin cúmulo de mentiras y verdades jamás exploradas y que, sin duda, demoraría más de una vida comprenderlas.
Gracias. Y seguí bajando los escalones apresuradamente para no mirar arriba y verte desaparecer tras las fauces del león que ahora, más que nunca, protegen el umbral de tu mente.
Entré al cuarto, corría mucho viento por la puerta cerrada y la luz, que no alcanzaba a atravesarla, se extingue a unos pocos metros de distancia; sin embargo, tus ojos brillaban a su manera, peculiares y cariñosos. ¡Tú tocas con la mirada!
Historias para cada uno, mutuas en conversaciones y bromas en futuro. Escucho de tu boca salir relatos, y las imágenes que expulsas acaparan mi imaginación: eso sí, tus labios siguen ahí con un sello de agua para no olvidármelos.
Lo que tengo, para cuando nos veamos, son vivencias para compartir. Así, a la hora de la merienda, extenderemos un gran mantel sobre la mesa para comer nuestras bombas y reir, mientras tomamos sorbos de relatos gemelos y ajenos a la vez. Frutas y galletas, para añejar un poco los recuerdos evocados y húmedos por el presente, junto a un buen desayuno para despertar sin pereza en el aletargado amanecer...
Pero por ahora sólo escucharé esta canción que (también) comparto.
And I know is up to me to make them fall apart [so I won't break your heart]
En eso te veo sonriente, con la alegría entrecortada por la felicidad del momento. Sostienes el libro con incredulidad, el aire fresco que expresan sus páginas te hace soltar la tensión de la rutina. Siempre me gusta verte así, siempre. Respiras, tus ojos vuelven risueños y me estampas un beso con tus labios que suelen engancharse con los mios. El escenario donde estamos sentados se ve iluminado por un tenue farol que, cucufato, nos resondra con sus titileos. Los ignoramos, poco importan.
Al rato nos volvemos a parar, el libro aún no deja de exhalar su suspiro atrevido pero inocente de humor. Los rostros gesticulan muecas relajadas, ufanas; tu regocijo me reconforta con su presencia. Incluso en silencio sé que ríes ahí, dentro de tu pecho. Sí, ahí, donde tus latidos nacen y demuestran que vives. En mi caja sonora y rítmica, donde mis latidos se exhaltan ante todo (pero sólo por breves instantes), aflora esto que [te] escribo y más, mucho más.
Bum-bum, bum-bum.
¡Eureka! Y salto en coordinación con mi metrónomo. Y el libro nos da más sonrisas para nuestro bocabulario.
Extrañaba verlos así, dando sentido a las cosas automáticamente. Una llaga en el camino, una lágrima de hoja seca, un abrazo de cadeneta de papel, la sonrisa inconfundible de la sorpresa. El mundo empieza a descender, asomándose tras de sí un colchón que estanca sus pies con sus plumas de mago. Los cuerpos cobran más vida y dejan caer en el último hálito de la tierra sus pesares, se echan en el nuevo hogar que han creado. Imperturbables, los cabellos juegan a ser ríos negros sin fin, con un fino causal, sensible a cualquier eventual sequía.
Con una mirada microscópica se aprecia el gozo hecho colores y figuras.
Y sin abrir los ojos nos teletransportamos adonde desearíamos estar
Regresó de su viaje. Aún el cansancio reinaba su cuerpo, merodeaba por sus venas averiguando si algún rincón se había salvado de plaga inofensiva. El reloj marcaba las 6 en punto, decidió que irse a dormir a recuperar un poco de fuerzas era la mejor apuesta por el momento. No lo sabe, pero cuando su cuerpo por fin encontró el ansiado reposo toda su sala se inundó de una inusitada serenidad. Por las ventanas cerradas se exhalaba su paz, el pequeño paseo que se dio resultó agotador en toda cuenta, el descanso era bien merecido. De momento, creyó figurar entre el vació de sus párpados la reconciliación con su ánima. Deseaba poder sentarse a tomar un café y hablar de tonterías, cómo antes. Mas la esperanza ya se había escapado de la caja de Pandora, perdiéndose en algún lugar recóndito del bosque ilusorio, marchito en todas sus hojas y muerto por donde se vea.
Era tarde, las 10 de la noche, aunque felizmente era un domingo, día de relajo. Subió el volumen a su playlist y se puso a bailar con desenfreno por todas las estancias de su apacible hogar, como quien revive de un rotundo y espasmódico sueño. No le importaba que a tan solo un par de kilómetros había alguien adoleciendo su indiferencia, que mutilaba su cuerpo por instantes y pretendía ser feliz con una herida mortal. ¿A quién le importaba? Sólo a él, el genio del hoyo, que escalaba para ser libre pero caía al llegar al borde, tocando fondo en un chasquido de dedos.
Decidió, quizás con inocencia, brindarle una mano. Lástima que alguien volvió a caer para nunca más levantarse. Derrotado, dejó que la sangre manchara su cuerpo y desmenuzara los pocos recuerdos plácidos que aún conservaba.
¿Qué nos pasó? Que no pudimos con el tiempo ¿Qué nos pasó? ¿Qué fue de aquel lugar? Qué nos pasó? Que al final nos pudo el viento pasaron los años, pero hoy queremos volver a jugar...
Otra vez, esa melancolía comprimida en el agua que bebo; otra vez, de nuevo. Recorre los kilómetros de mi cuerpo con su serpenteo, animosa de corroer estructuras, venenosa por donde pase, ácida al verse amenazada.
¿Qué nos pasó? Que la luz se hizo penumbra. Se fue Peter Pan, no volverá nunca jamás. ¿Qué nos pasó? ¿Dónde están nuestras locuras? ¿Y las travesuras? ¿Y la llave para jugar?
Reniego, frunzo el ceño tontamente, remarco con simpleza los defectos. Sin darme cuenta estoy dando pasos hacia atrás aunque mis pies no lo reconozcan, en reversa todo cobra sentido.
Un niño despierta de su largo sueño, refunfuña a su madre por despertarlo. Otra vez... Otra vez... Tan tonto él, no se da cuenta que ya el atardecer está a la vuelta del mar.
miércoles, 20 de julio de 2011
Él tocó la puerta. El pasadizo del piso 8 estaba desierto de ánimas y el sol se encargaba de plasmar, árdidamente, su alma desprovista de descanso. La puerta de roble no se inmutaba ante la violencia de la luz que fulguraba todo en su paso. La manecilla del reloj se escuchaba al otro lado de la puerta, tan solitaria e incesante... Élla abre la puerta.
Se abrieron los ojos de par en par cuando reconocieron aquel rostro demacrado por reflexiones innecesarias. Como siempre pensó. Las manecillas a su espalda afinaban la visión sin dejar de lado la puntualidad de su traqueteo. Como resultado de aquel golpe rítmico, alzó sus brazos para encadenarlo dulcemente a su pecho. El tiempo de reacción duró unos pocos pero eternos segundos, según el reloj.
Odio utilizarte, no sabes cuanto detesto que me condenes en una caja de Pandora. Mis manos tiemblan al crear más y más lineas, ignoras cuántos latidos tienen tu nombre y cuántas ideas desertan por el pánico. No he contado ambos. Sentirse extraño para uno mismo es tormentoso.
Y aún así, duele.
Y aún así, sonríes.
Si vuelves, me llamas. Quizás nos podríamos volver a ver. Y ser amigos por última vez.
Una noche plausible, llena de manos desnudas decididas a ensordecerte con su arrítmica detonación. La ilusión de tus creencias no escatima en burlarse de tus ojos, de tu boca; gusta de confundir a viajantes incautos, anima carroñeros a devorar el sexo sin distinciones. En un aliento reservado a la privacidad arrancará tus logros si lo dejas avanzar más allá del límite. Toda esta metafísica ahuyenta a los débiles con cimientos en arenas movedizas.
Blanco y negro. Insidiosa, así te veía con tu manos listas para desgarrar mi delicada piel, con tu sonrisa lista para hacer zarpar mi alegría y tus ojos traicioneros que aún mantienen encerrados a tus enemigos, incluyéndome. Caminaba con pasos vacilantes, cada uno desmenuzaba con dulzura mi voluntad de seguir, de mantenerme en el camino, de olvidar para no morir. Otra vez, a repetir la misma acrobacia, un payaso nebuloso hipnotizará tu conciencia, haciéndola voluble para pasar a través de la aguja de fuego, de odio reprimido y enclaustrado en su punta de hierro... ¿Cómo cambian la cosas no?
Ayer nos entretenía la inmortalidad que creíamos dominar. Su control nos derivaba un sublime poder, la muerte ya no era un obstáculo, no existían impedimentos para difundir nuestros besos en la intimidad. Emanar a las cosas nuestra magia oculta, hacer del carpe diem un himno resultaba sencillo y relajante. Pero... ¿Cómo cambian las cosas no?
Tan sutil, tan triste. Pronto todo se volvió un circo insano, donde nuestros payasos salen con apuro a salvaguardar el humor de los asistentes.
Otra vez visité tu dormitorio. Dormías apacible, tu torso se ensanchaba y encogía armoniosamente con tu respiración. Si me vieras pensarías que soy un fantasma de algún sueño enfermizo, de algún mal recuerdo que deseas esfumar con el chasquido de tus pestañas. Yo, por mi parte, te hago compañía en esta noche de lluvia, que hiela las crudas carnes que te encierran. Yo, por mi parte, sabía que no era producto de mi imaginación el verte acostada en la cama que alguna vez compartimos, en el silencio macabro que calló lo que nos deparaba.
Me recosté en el umbral de la habitación, sin producir sonido alguno. Estabas tan cerca que podía sentir tu alma escaparse por tus poros, te encontrabas tibia como los abrazos que me dabas de sorpresa. Pero nuestra distancia no se medía por metros, sino por palpitaciones. Lamentablemente mi pulso no se encontraba disponible, también descansaba en mis sábanas, en mi alcoba, en mi cuerpo; el tuyo no salía de sus cabales a pesar de mi presencia, como lo temía. En ese entonces supe que te perdí, empecé a turbarme al notar la banalidad de mi visita.
Quería seguir recostado, quería apreciar aún más a aquella persona que alguna vez atreví a llamar "hermosa". Sin embargo, el amanecer estaba a punto presentarse ante tus párpados, violentando la atmósfera tan cuidadosamente diseñada por mi estadía, o quizás solo era mi imaginación la que pretendía confortar mis avinagrados sentidos.
Cuando salí de esas cuatro paredes, creí ver que abrías los ojos, como quién despierta con susto ante algún estímulo. Por suerte, o para mi desdicha, me viste. Y yo me fui, saltando por esa ventana que alguna vez dibujé en un vaticinio de lo que iba a suceder, respecto a nosotros, respecto a todo. La lluvia caía y aceleró aún más mi estrepitoso choque con el pavimento.
Solipsismo: Una manera de crear una muralla alrededor nuestro ante la adversidad de nuestros sentidos, nuestros seres en sí.
Delirio: Lo que lees en este momento, despreocupado, creyendo que tiene un significado intrínseco, cuando en realidad son mis dedos los que juegan a ser pianistas, a pesar de que todas las teclas estén afinadas en la misma nota.
*Un terreno baldío en el ojo de lluvia, un grito agrio de sirena en la silente costa, sosegada de respeto. Cautivado de tantas emociones, el desprestigio no tardó en acumularse y mermar mi [ya] inane ser. Oscuridad, una cámara obscura que revela fotos negras y contiene muebles malditos por su vanguardia. El beso de musas no despertará la destrucción que aspira levantarse de entre sus cenizas de cigarro.*
So all ya fill the streets it's appealing to see And you won't get undercounted cause you're damn ass free
Archivado. Un trozo, para nada pequeño, se guarda en ese cajón que está a punto de atragantarse de tanto material. Juego de niños donde el que abre los ojos primero pierde, todos ignoran quien está ganando. Lluvia que simula lágrimas al perdedor y camufla su vergüenza entre nubes, todas de mar. Autos que hacen añicos sus parabrisas para sentirse más naturales ¡Mentiras, todas son mentiras que desean ser el punto de partida!
Un murmullo, el océano intenta contarme algún secreto que dejó ella a la deriva. Soy sordo, quiero ser sordo por unos eternos minutos. Esa noción efímera me brinda más vida de lo esperado, me siento... Me siento.... ¿Cómo me siento?
El sueño atribuye habilidades inesperadas a quién lo posee, como visitar a seres ajenos a esta dimensión, cúmulos de energía que deambulan sin rumbo en esta sangre que llamamos "realidad". Desconozco que otras propiedades otorgará ese insólito elíxir. Seguro entro a tu casa, colándome por la azotea del edificio vecino. Sin darte cuenta, arroparé tu cuerpo con sábanas traídas de mi alcoba. Y tu corazón seguirá latiendo, inexperto, ignorando mi presencia. Y seguirá latiendo a su ritmo... Seguirá latiendo... Seguirá latiendo impávido...
Justo cuando una gota de agua salada delate mi presencia, solo entonces despertarás y yo abré huido por la ventana, hacia los rayos del nuevo día, derramando otra gota, dejándote más atrás con tu corazón valeroso.
y si el viento me devuelve a tus orillas serenamente será dormido
Aún tengo atorados en mi garganta flores que se marchitaron, van haciéndose camino en forma de vómito al acercárse a la boca, donde finalmente serán expulsados dejándome ese agrio gustillo en el paladar.
Aún tengo la mirada empañada de tanta lluvia que ha caído en mi ciudad, las luces se ven difusas y cada paso dubitativo, lleno de tristeza, tambalea gracias a la gravedad del contexto.
Aún tengo el corazón acelerado, agitado por trastabillar en esta inquieta niebla que calla lo que pienso, fiel a su naturaleza inhibidora. Caigo, caigo.
Aún tengo la tráquea hinchada de fluidos que me recuerdan lo abominable/bello de vivir. Ignoro con cuál adjetivo quedarme, mi respiración se dificulta con el agua que me ahoga en este aire engañoso, que pretende purificar las invocaciones ciegas de mis deseos más profundos.
Aún tengo guardada en la repisa de mi cuarto la carta que escribiste. Las náuseas abundan en esa sopa de letras sin sentido (caóticas, inverosímiles, horrendas).
Aún tengo lo que alguna vez juré abandonar y, sin embargo, se adhiere más y más a las sábanas de mi cama, de mi cabellera también incoherente con el viento que sopla y tiende a peinarla, anárquicamente.
Premisas sagaces que replican de nuevo ser el centro de la tierra, como la esperanza de volver a reencontrarse con los sueños enardecidos por nuestro olvido. La mañana se viste de azul tenue, las personas allá abajo no se percatan de lo fugaz que es su andar, rápido y ligero como sus anhelos. De lejos el sol despierta y asusta con los primeros latigazos madrugadores, siento como uno de ellos atraviesa mi esternón ante mi pasividad, mi corazón despierta perezosamente, lo nostalgia de latir sin razón la bota al costado del camino.
Un brinco para aliviar la sangre caldeada por la rabia, la ira contenida. Pena, mucha pena, el océano rojo se va apaciguando con las horas que pasan, los ojos excluyen aquello que sea un peligro para la integridad. Paso a paso uno destruye y regenera su sombra, dicen que algunas son más claras que otras. En los sueños no hay sombras, solo rezagos de recuerdos que no desean perderse, sean verdaderos o falsos. Estos pensamientos recorren gentiles y feroces al unísono, sin mediar en pausas y descansos.
Ahora soy irradiado por una piedra plateada colgada en el techo de la habitación, me escapé del balcón porque presentí que tanta luz me disecaría, la piedra no duda en analizarme a cada giro que da, el viento incauto queda en silencio. No veo la hora de irme, quiero escapar, escapar de nuevo y escapar otra vez. No hay preguntas, solo verbos, acción sin meditar razones (laissez passer, laissez fazer). Los orígenes ya se encontrarán, me aconsejaron que me deje llevar. El río se ve caudaloso, en todo sentido.
Perdón, me desvié de la guía. Perdón, fui ingenuo al creer que éramos invencibles cuando veía nuestros cuerpos de barro.
Mis ojos, caoba y barniz, exponen cansancio ante la volatilidad de las luces perdidas. Me reclino hacia la mesa para descansar, el vino me acompaña fielmente a pesar de no haber bebido ni una gota de su casa de cristal. Da vueltas, empuja inútilmente su envase para acercarse. Yo sigo sin beberlo, aún mi cuerpo demanda una siesta momentánea. Me oculto de él, de los demás, es hora de soñar y no contarle a nadie mis fantasías (fútiles para muchos).
Con un gran y largo bostezo me despediré de este mundo.
[Escucha el grito de la estrella al final del pasadizo. Las conversaciones ajenas van atenuando su volumen lentamente.]
Admiro su cuerpo en secreto para no despertar miedo, rechazo. Enumero con cuidado lo resaltante, lo primero que mi atención se percata. Como un itinerario, preparo los implementos que desharán mi cara en alegrías.
De súbito sus caderas me hipnotizan, sus labios enuncian las palabras con un resabio de ternura, llamándome a sellarlos con amor. Baila y agita el pañuelo como si fuera las hélices de un helicóptero listo para despegar, mis pensamientos, termodirigidos a su calor, se ven desviados por el movimiento constante de su brazo con la tela elevasentimientos.
(Nubes, long time no see)
La Luna no duda en bañarnos con su magia El lado oscuro del satélite esboza una mueca intrigante
Quizás la mejor manera de morir es sabiendo que lo diste todo y poder cargar con eso hasta la tumba. Con el dolor más dulce que tendrás a cuestas y el gozo más blasfemo al vivir.
Esta botella se ha vaciado tan bien que ni los sueños se cobijan del rumor.
El otro personaje corría desesperadamente entre llamaradas de fuego con alas que surcaban la habitación, araban el aire dejando tras de sí líneas de humo negro y veía como de esas nubes contaminadas crecía la aflicción, con sus pétalos de agonía. Al fondo, al costado de la puerta, dormía ella en una cama de infinito cabezal e inacabable colchón, imperturbable...
Se acerca. Por un momento ve un ave que lo peina para la ocasión. El techo se traga el animal cuando emprende vuelo de regreso a su nido de concreto. Se acerca aún más. Su boca está abierta de asombro por los fenómenos de la habitación blanca, o gris, o azul... Una manzana cae del foco que ilumina la estancia. Pide perdón cuando percibe que la distancia que los separa es prudente. Pide una y otra vez que le oiga, pues no muestra señal alguna de que lo está escuchando. El corazón se le parte una y otra vez al ver que su monólogo de extiende; la manzana se pudre. El tiempo parece ir más lento, el cuarto está viajando a la velocidad de la luz. El rastro de los fuegos flotantes se vuelven chispas, que pronto serán estrellas para adornar aún más ese universo...
S E D E S P I E R T A
Su almohada está humeda, el sudor ha cubierto cada poro de su piel de tela. La ve a su costado. ¿Qué hace ahí? Es el cuarto de ella.
Apenas tienen 19 años, viven en casas separadas por kilómetros. Le pide que lo disculpe, que tiene que regresar a su casa y ella responde:
¿No te cansas de intentar abrirme los ojos?
Ella está durmiendo.
Y una chispa calló en su cabello quemando sus pupilas sabor madera.
Él despertó de su pesadilla, todos lo observaban con temor y asombro, sus gritos aún retumbaban en el silencio aparente de la habitación. Él lloró aún más. Comprendió que el mundo onírico, ahora atrás de su cabellera, no tenía punto de retorno. Hasta los sueños horrendos intentan consolar a los perturbados.
Su llanto fue confundido con risa. Nadie poseía rayos X en la filigrana de papel de su cerebro. En su percepción recalcinada, de carbón, resaltaban las múltiples fracturas de su ego.
"Pasión que consume, pasión que es como una constructora. Destruye para volver a edificar, aunque el terreno sea cenizas de nuestra sangre"
Y al acostarme, duermo con el cerebro partido ¿Dónde están esas promesas ingenuas? Abrir los ojos y admirar que ya estabas despierta, que de nuevo compartía este mundo contigo ¡Qué pena! ¡Qué impotencia! Por la noche duermo con el cerebro partido, así evito que mi conciencia sueñe que está a tu lado.
Se me agotan las palabras al ver su bocabulario. Con pena, asumo que he llegado a la temida última página del libro, que acabó como un cuento en borrador, que dejo huecos como una novela e inspira como la poesía más atrevida.
Hora de revisar otro estante sin tropiezos y sin letras que me enganchen.
Las prendas vuelan y dejan su halo de nostalgia al tocar el aire enfurecido, callan imberbes al tocar el suelo. Ropa de vírgenes sin gracia, inocentes.
Piel
que arde suavemente al contacto,
rostros
nerviosos de ver como el sueño gana forma. Bocas, ojos.
Eros condensado en cada poro de tu cuerpo
Una realidad imaginaria, radiante como el sol que se acuesta.
Y despiertas y lo ves al costado
roncando.
El ronquido más dulce que escuchará tu cama,
y tus sábanas
llena de partículas de él. I love you, the best Better than all the rest
En las noches de carretera, como son todas, los astros se escapan de mi vista, porque este camino solo tiene un sentido.
En la carretera, el cielo se ve confuso y apurado. Hay veces que la Luna se queda atrás ante tanta velocidad. Al rato sorprende cuando la ves anochecer.
Y al frente tuyo está tu noche de un solo sentido, a la espera que celebres el viaje, con un vino de estrellas.
I'm just sitting here watching the wheels go round and round
Nuestra foto aún tiene la extraña capacidad de adormecerme cuando la veo.
Los sentimientos siguen enarbolados dentro de ese instante inmortalizado en papel [crepé].
Gocé su estadía todo el tiempo. Con energía inacabable creaban ideas a su paso, misiones que solo ellos pueden cumplir con su hermosa inocencia y osadía, misiones que llevaré a cabo en mi tormenta de pensamientos castaños. Sin duda acá estoy, acá están ellos también.
Shh.
Los sueños se quedaron dormidos con la coma que escribo; que nunca despierten, se ven tan tiernos durmiendo.
si tu no logras encontrar tu rumbo, no dudes en preguntarme para que te oriente a occidente, porque donde nace el sol es muy fácil quemarse antes de que la luz llegue al zenit.
Tan bonitas. Tan lúcidas. No lo olviden.
otra se congela sin remedio porque el Gibson tiene demasiado hielo
Ella despertó de su sueño que solo sabía repetirse al escuchar sus gritos de dolor, de miedo. No lo soporta más. No logra descansar plenamente desde entonces, su corazón se encierra al verse oprimido por las reflexiones que debieron ser diurnas. A duras penas puede respirar cada mañana.
Las noches parecen irreversibles, se da cuenta que el minutero de su reloja no se detiene. Vivir resulta difícil, y qué peor si la oscuridad silenciosa de una tortura presenta obstáculos casi insuperables.
Chilla, simplemente el peso de la situación la empieza a vencer. Cuando menos se espere, su cuerpo desconsolado crujirá como madera seca. Todas las noches el sol empieza a quitarle la humedad a su cuerpo, por eso lo odia tanto; todos los días (y noches) debería llover.
Ahí empieza (de nuevo) a acostarse. El sueño no se queda atrás y se esconde debajo de la almohada, al lado de su inconciente.
Ay, otra vez tu ¿No te dije que te presentes cuando sea el momento indicado? Muerte, siempre me persigues, sigilosa. Todos los días ignoro que volveras gracias al bullicio de pensamientos que se condensan en mi ya caótica cabellera, o quiero creer eso para no escribirte, como ahora.
Te tengo más miedo de lo que alguna vez creí. Es más, seguro esta concepción se acentuará conforme vayan pasando las horas, los segundos, los instantes... Los quarks de mi existencia.
El tiempo, tan esencial él, corrompe las estructuras que alguna vez creí inalterables, inamovibles. Pensé que mis ideas podrían llegar a legislar mi vida, el universo que yo manejaba con mis sentidos... Pronto ese convencimiento se convirtió en desatino.
Dime Muerte, tu que has conocido mejor la vida de otros ¿Cómo haré para superarte?
Seremos, en alguno de los tantos presentes, lo que siempre quisimos, queremos y queramos. Porque este mundo no es el único, solo es uno en un millón de contextos.
That's not a problem That's not my problem That's not your problem.
Extremadamente peligroso... ¿Cómo podemos pretender eternizarnos si ni siquiera podemos imaginar lo que es la eternidad?
Para mi, el solo imaginarme ser algun tipo de divinidad me resulta imposible, casi aterrador. ¿Te imaginas vivir sin tiempo?
Todos somos seres humanos, elementos transitorios que aunque se proyecten hacia lo divino nunca lo alcanzaran debido a su naturaleza. Si quieren verlo de una manera un poco dramática entonces "no existimos, somos momentos"
Ser omnipotente, omnímodo o ubicuo es algo que me cuesta mucho imaginar y creo nunca poder hacerlo, por eso lo dejo de lado .
Entonces surge la pregunta "¿quién se encargará entonces de establecer lo bueno y lo malo?" Nosotros, porque nosotros estamos en esta realidad y no un dios. Si existe, bienvenido sea, pero de momento nosotros forjamos lo nuestro y no una entidad que no pertenece a esta realidad, sino es ajena a ella.
Si yo fuese un planeta, no habría otra gente que no pensara como yo, gente que ame, piense y sienta del mundo parte y que por los demás exista, gente justa y amable
Si yo fuese un planeta tu tendrías tu espacio; porque tú, solo eres como tú.
Me encuentro despedazando la densa niebla que produce el sueño. Recién caigo en cuenta que la primera imagen que resulta después de esa masacre limpia de culpa (hasta hoy) es el hallazgo del baúl de ilusiones perdidas.
Sé que hay adentro. Un mar de juguetes y juguetes que se volvieron espectros. Todos ellos (¡alguna vez por más que no quiera!) fueron importantes para mi. Un bosque encapsulado de fantasmas y hachas, las cuales a pesar de las llagas fueron mis armas a favor de la vida.
Los primeros son inofensivos si no les presto atención; pueden ser graciosos incluso. Los que quedan resultan letales para mi integridad. ¿Cómo puedo evitar que me cercenen los miembros? Mis pies resuelven que retroceder es la mejor opción para cada uno. Además, aún es temprano.
Escapo, y dejo que la niebla me envuelva con su misterioso velo. A pesar de conocer la salida, cada mañana será el mismo camino hasta que esos juguetes convertidos en hachas, cansadas de la ausencia de sangre, decidan admirar (de nuevo) mis entrañas.
Y escucho música para comenzar el día:
It's the same, it's the same It's the same old drag