jueves, 14 de julio de 2011

Relapso.

Blanco y negro. Insidiosa, así te veía con tu manos listas para desgarrar mi delicada piel, con tu sonrisa lista para hacer zarpar mi alegría y tus ojos traicioneros que aún mantienen encerrados a tus enemigos, incluyéndome. Caminaba con pasos vacilantes, cada uno desmenuzaba con dulzura mi voluntad de seguir, de mantenerme en el camino, de olvidar para no morir. Otra vez, a repetir la misma acrobacia, un payaso nebuloso hipnotizará tu conciencia, haciéndola voluble para pasar a través de la aguja de fuego, de odio reprimido y enclaustrado en su punta de hierro... ¿Cómo cambian la cosas no?

Ayer nos entretenía la inmortalidad que creíamos dominar. Su control nos derivaba un sublime poder, la muerte ya no era un obstáculo, no existían impedimentos para difundir nuestros besos en la intimidad. Emanar a las cosas nuestra magia oculta, hacer del carpe diem un himno resultaba sencillo y relajante. Pero... ¿Cómo cambian las cosas no?

Tan sutil, tan triste. Pronto todo se volvió un circo insano, donde nuestros payasos salen con apuro a salvaguardar el humor de los asistentes.


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