domingo, 30 de diciembre de 2012

Estación

La mente flota en la dimensión desconocida de tu cabello. Se halla en ese tumulto de pelos crespos que envuelven remolinos, algunos de nunca acabar.

Sigo extrañándote como un niño cuando te alejas de la sala ¿cuesta tanto pensar en varias cosas a la vez? Las grandes cantidades empiezan a vencer mis brazos, que tiemblan cuando los apoyo en el suelo para sostenerme y respiro para tomar vuelo otra vez, con las ideas desuniéndose debajo mío.

¡Hoy vi a unos raperos en la calle! - pensé en decirte apenas te viera - Realmente su pasión caló en mi. Vi en ellos lo que muchos carecen cuando hacen música: sentimiento.

Lamentablemente no estabas ahí, me veía solo en medio de la tormenta de porros que cundía el transitado paisaje.

Sigo extrañándote en estos jirones blindados de brillo. La nube me saludaba, pero tu silencio venía de sus nubes. La noche que me mandaste, creo yo, pudo ser mejor en muchos aspectos. Sin embargo, también debo admitir que me equivoqué de estación para ponerme en una ciudad de gris y negro. Sigo extrañandote, y a pesar de los amigos que tengo a mi lado, me siento triste de no tenerte acá. En medio de esta cúmulo de sensaciones poco apacibles, de confusiones por un camino recién emprendido, de desesperación incluso...

Sí, definitivamente me confundí de estación. Yo quería estar solo a tu lado viendo películas y comiendo manzanas verdes y rojas. Ven.

martes, 4 de diciembre de 2012

Miscelánea

Me gusta escribir con música, me ayuda a liberar las tensiones con más facilidad que cuando reina el silencio, por eso pongo de vez en cuando canciones después de cada texto. La música para mi es más que un simple conjunto de sonidos, tal vez muchos no lo sientan así. Creo que puedo explotar más las redondas de mi mente gracias a los pentagramas ordenados de un sistema que, para serles sincero, a veces se pasa de exquisito y elegante, llegando a aburrir al más dotado.


lunes, 3 de diciembre de 2012

Calles salidas.

Solíamos ser amigos, discutir hasta la madrugada sobre quién podía distinguir mejor la realidad. Yo aún descubro esa cualidad en muchas personas que he conocido, es verdad. Sin embargo, es una pena dejar un amigo a la deriva, ver como se aleja olvidándose de ti y del espacio que compartieron. He aprendido a dejar ir las cosas, porque forzarlas a volver puede resultar contraproducente.

Con una reflexión que se antoja innecesaria, obvia, me despido con tristeza. Ya nadie verá nuestros delirios aflorar en una noche sin estrellas. O quizás recuerdes que existo, en medio de esta multitud que se dice bucólica pero se ve enfermiza. O quizás te olvidaste del hombro en el que lloraste, luego de verte destruida por una miríada de navajas. El cuerpo que refleja el espejo, ¿es realmente ajeno a mis canciones que tu tocadiscos giró?

O quizás...
Y girar y girar.