viernes, 26 de agosto de 2011

Corazón.

En eso te veo sonriente, con la alegría entrecortada por la felicidad del momento. Sostienes el libro con incredulidad, el aire fresco que expresan sus páginas te hace soltar la tensión de la rutina. Siempre me gusta verte así, siempre. Respiras, tus ojos vuelven risueños y me estampas un beso con tus labios que suelen engancharse con los mios. El escenario donde estamos sentados se ve iluminado por un tenue farol que, cucufato, nos resondra con sus titileos. Los ignoramos, poco importan.

Al rato nos volvemos a parar, el libro aún no deja de exhalar su suspiro atrevido pero inocente de humor. Los rostros gesticulan muecas relajadas, ufanas; tu regocijo me reconforta con su presencia. Incluso en silencio sé que ríes ahí, dentro de tu pecho. Sí, ahí, donde tus latidos nacen y demuestran que vives. En mi caja sonora y rítmica, donde mis latidos se exhaltan ante todo (pero sólo por breves instantes), aflora esto que [te] escribo y más, mucho más.

Bum-bum, bum-bum.

¡Eureka! Y salto en coordinación con mi metrónomo. Y el libro nos da más sonrisas para nuestro bocabulario.




Yo lo siento más que mucho,
La quiero de verdad

2 comentarios: