Odio utilizarte, no sabes cuanto detesto que me condenes en una caja de Pandora. Mis manos tiemblan al crear más y más lineas, ignoras cuántos latidos tienen tu nombre y cuántas ideas desertan por el pánico. No he contado ambos. Sentirse extraño para uno mismo es tormentoso.
Y aún así, duele.
Y aún así, sonríes.
Y aún así, duele.
Y aún así, sonríes.
Si vuelves, me llamas.
Quizás nos podríamos volver a ver.
Y ser amigos por última vez.
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