miércoles, 6 de enero de 2010

Un cubo, dos cubos, tres...

Está perdido. Tiene ganas de salir y arrancar toda la tensión que estira a su cuerpo y lo inmoviliza, pero la paranoia porcina avanza y no tiene la pretensiones de ser el primero en sufrirla. Lee periódicos anteriores a la fecha, se pone al tanto de la pandemia vivida en gran parte de Norteamérica (por no decir toda).

Cuando finalmente se aburre, prende la computadora que está a un paso derecho de su cama.

"La espera me agotó
No sé nada de vos
Dejaste tanto en mí.
En llamas me acosté
En un lento degradé
Supe que te perdí."

Con su vaso de a la mano izquierda, empieza a recordar los viejos tiempos, pues no puede evitar recordar lo que fue alguna vez.

Luego de un rato, vuelve al presente, donde uno siempre estará atado. Escucha música y cada canción lo guía a sus memorias. Hace un punto aparte, una pausa, quiere simplemente olvidadarla, mas también quiere que todo le vaya bien. Entre esa y más contradicciones lucha su conciente para estar de una vez tranquilo, para descansar. Para apartarse de ese incordio coge sus separatas universitarias y vuelve a leer.

"La mejor manera de hacer algo, es no pensar mucho en ello".

Se derrumba de nuevo en su cama, como en el principio. No sabe exactamente que hacer con su vida, ni con la de nadie. Se da media vuelta y queda bocabajo. Quizá cerrando los ojos pueda aclararse finalmente.

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