miércoles, 6 de enero de 2010

Solo un paréntesis.





Nunca sabré qué pasaba por la cabeza de ella. La figuraba muchas veces en el gimnasio, mientras corría frente a la ventana y pensando en qué debía hacer conmigo. Luego al bajar, se encontraba con él y empezaban a besarse en medio de la escalera de caracol; así me la imaginaba yo. La soñaba en el hall hablando agarrados de la mano, dirigiéndonos hacia un lujoso baile; obviamente solo en mis sueños. Lo triste era que yo estando echado en mi carpeta, mirándola con ojos soñadores y entristecidos. Eso es lo doloroso de la realidad: saber la verdad.

Ahora miro el cielo nublado de Lima, con el mismo cejo fruncido desde que nací. Veo las olas mansas acercarse a la orilla, las nubes emulando humo de cigarrillo y las personas indiferentes al pasar; nada ha cambiado.

Me siento un rato, muevo mi mochila de mi espalda a mi pecho para sacar mi cuadernillo y ponerme a escribir, pues hoy es una fecha que no se puede olvidar fácilmente. Como dijo un poeta peruano "tu recuerdo es más fuerte que mi olvido".

Empiezo a recordar todo lo que paso, todas las tonterías que hacíamos por el hecho de ser pequeños, niños, "chibolos" o "chamos", era tan divertido. Pero siempre había el detalle que quitara brillo a lo demás, ese puntito aparte que utilizamos para aclarar las cosas. Y es verdad, no todo fue felicidad contigo, más apareció el dolor que otro sentimiento.

Y ahora que rememoro tu existencia, de manera 'solemne' pero a la vez nostálgica, no puedo hacer otra cosa que levantarme, cerrar mi mochila, darle un último vistazo a la costa y prender un cigarrillo para olvidar.

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