jueves, 17 de octubre de 2013

Esa Luna

Acá el tiempo pasa lento. En un cuarto, con 6 guitarras diferentes, ensambles al lado y una orquesta sinfónica a 20 metros de estas cuatro paredes. Quisiera contarle a alguien todo lo que veo, y que me devuelva, en un gesto de caricia, palabras delicadas que arrullen toda esta carrera. El tiempo sigue pasando lento, sigue. Un piano suena a lo lejos, lo acompaña una voz suave. Recuerdo entonces, esas tardes de sofá, con películas y comida de por medio. ¿Les comenté que mi única guitarra que no me acompaña tiene su nombre preferido? Es un recordatorio que las cosas pasan volando, que las cosas se tienen que liberar, que se tienen que soportar, pero también quedan dentro de uno.

Otra vez, la noche se asoma con su guiño de atrevimiento. Yo sigo acá, pretendiendo que con más guitarras me escucharás en algún lado, estés donde estés. Porque una vez me dijeron que la música nunca se calla, siempre está ahí, se escabulle entre silencios y te sorprende de golpe.

¿Te toco un buen blues? No será algo que todos escuchen, y prometo que le impregnaré toda esa esencia desgastada que aún corroe mi piel,

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