miércoles, 14 de agosto de 2013

Desodorante, tijera, celular

Esta mañana se olvidó de ponerse desodorante, lo noté apenas cruzó el umbral de la puerta. ‘Vaya qué apesta’, cruzó un pensamiento por mi cabeza. Era una mañana cálida de verano, de esas que son traicioneras para las axilas. Era la primera vez que venía tan desarreglado a una clase, sus alumnos se sorprendieron de sus fachas. Ya no andaba con su celular, o mejor dicho, smartphone pegado a la palma de su mano derecha y los pelos de su pecho no se mostraban fuera de la camisa (vaya que dan ganas de cortarlos con tijera). Terminó la clase y lo anunció. Partía del país, era su último día como profesor. 

Nadie sabe por qué se fue. Ni qué motivos tenía para dejarnos. A veces creo verlo en el umbral cruzando con la elegancia de siempre, un buen perfume y su cabeza llena de gel. A quién engaño, soy hombre y me enamoré de él.

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