El loco seguía desquiciado, me decían los psiquiatra, que ya no hay solución, que hay que dejarlo morir. O tal vez fueran las voces de mis mentes que emanan cuando me hablan. O tal vez estoy solo y creo estar acompañado. Hay veces que me he echado en mi cama cierro los ojos deseando morir, en el fondo quiero llorar, pero no puedo, en el fondo quiero un arma con plomo, pero no tengo.
Querida, ¿donde estás?
Todos los caminos llevan a Roma
pero ¿a donde me dirigen a mi?
Y los minutos pasan, la noche eterna no cierra mi desesperación. El asfalto visto desde la altura se ve cómo un amigo esperando un abrazo.
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