La sutileza de tus palabras hace que mi tímpano reciba el sonido con gozo, con agrado. Tu perfecta oratoria cautiva multitudes, incita a protestas, algunas infundadas quizá.
Tu lúcida personalidad, tu mirada alegre, tu inocencia, que se refleja en las canciones que compones e interpretas con el piano; no sé que destacar en ti. Aparte de fumar, aparte de volar, aparte de soñar, aparte de ser tu, el que admiro y odio a la vez.
No lo sé. Me haces ver como un envidioso... Y envidio ese dominio de percepciones.
¿Cómo lo logras?
Pretendo indiferencia, aunque estés convencido de lo contrario.
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