Recta.
Es costumbre en mi no mirar a nadie, las personas son raras, salvo los pocos verdaderos amigos que me rodean. Por lo general, mi cabeza anda un paso afuera de la tierra. Seguramente se debe a mi intento de evadir la realidad.
Recuerdo que te cruzaste en mi camino. La mano alzada tímidamente me estaba saludando y yo apenas podía mantener los ojos abiertos. Ruido blanco. Y te fuiste.
Es en su camino sinuoso que encuentro confort.
Con miedo.